Soy Nayari y comparto ideas y hoy te quiero hablar de los pájaros come cable.
Lo viví como si se tratara de una obra maestra del cine de suspenso: me atacaron directamente. El miedo a los pájaros es absolutamente irracional, son seres aparentemente pacíficos, en cierto modo indomables, imposibles de comprender.
Son ancestrales. En su memoria genética guardan los secretos de la prehistoria. Han evolucionado de manera asombrosa para adaptarse a un mundo que pasó de ser árboles, espacios verdes y ramas para nidos, a ser un paisaje gris y hostil.
Si nos odian, tendrían toda la razón. No los juzgaría si el fin del mundo estuviera en sus picos, alas y garras. Sería un apocalipsis lleno de trinos aterradores y sonido de aleteos feroces.
Lo de Hitchcock era una advertencia, una premonición y creo que en parte por eso nos aterra.
Hace unas semanas, como si se tratara de una mala jugada del destino, me quedé sin internet. Cuando falla el internet al principio puedes sentir que es algo temporal, no pasa nada, ya se resolverá. Pero empezaron a pasar los minutos. Para lidiar con la irritable sensación que produce no tener internet, puedes aplicar diferentes estrategias zen: respirar profundo, meditar, tomar agua. Todo eso lo hice. También escribí desesperada a todas las personas del grupo de whatsapp. El horror fue descubrir que mis vecinos tampoco tenían internet.
El servicio técnico estaba desconcertado. No se hallaba la solución. No eran capaces de imaginar de dónde provenía este ataque masivo. ¿Tiene una luz roja en su aparato? Preguntaron. ¿Luz? ¿Cuál luz? Esto está muerto.
Las actividades para hacer sin internet son pocas, lentas, silenciosas y eso en realidad me agrada, de hecho es algo que me procuro cada día. Estar sin internet es como estar en un retiro espiritual y eso está bien pero cuando lo eliges. En esta oportunidad me afectaba mucho. Apenas era lunes, el día para hacer la agenda de la semana, el día de recibir millones de mensajes de clientes deseosos por ser atendidos. El problema del internet se extiende también al ámbito familiar: la televisión de mis hijos son los servicios de streaming, nada de tv por cable que hace años decidimos dejar de pagar. Estar sin internet parece un poco el horror. No lo es tanto porque la verdad trato de que mi vida no dependa de la conexión, trato de manejar la ansiedad de no producir y trato de llevar con calma la pequeña crisis de trabajo que enfrento cuando me quedo sin internet.
Tres días sin internet y finalmente recibimos respuesta: el cable había sido comido por ellos, los pájaros. Pobres, inocentes y ajenos pájaros. Desataron un pequeño apocalipsis laboral. Una semana sin conexión, llena de estrés, de compromisos incumplidos.
Los pájaros come cable conviven conmigo. Ahora me asomo a la venta y trato de buscarlos, nunca los veo, pero sé que están ahí, esperando y al acecho. Hambrientos. A la caza de cables de internet.
Pobres pájaros come cable.
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